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13 de septiembre: Latido del corazón de lo divino

« Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho. » Juan 14:26

El Espíritu Santo: es el latido del corazón de lo divino, una parte integral de la Santísima Trinidad. Es el poder divino, el arquitecto de los milagros, el aliento de la creación. Él encarna la verdad, el consuelo, la sabiduría y el entendimiento. Este Espíritu de gloria, omnipresente, omnisciente y omnipotente, es la esencia misma de Cristo dentro de nosotros. El Espíritu Santo obra dentro de nosotros para moldear la mente de Cristo, iluminar las profundidades de la sabiduría divina y enseñarnos y guiarnos en la voluntad perfecta de Dios. El Espíritu Santo convence, ordena, ayuda y se extiende a través de nosotros para tocar a un mundo necesitado. Es crucial comprender su personalidad. Él no es una fuerza impersonal; tiene una mente, una voluntad y la capacidad de amar y de afligirse. Él intercede por nosotros y, a través de Él, somos sellados como propiedad de Dios, y tenemos garantizada nuestra herencia en Cristo. El llamado a la iglesia hoy es restaurar al Espíritu Santo a Su lugar legítimo en nuestras vidas. Para caminar verdaderamente en el poder del Espíritu, primero debemos reconocerlo como una persona, no meramente por Sus obras. Esto es fundamental para una experiencia cristiana completa.

Si quieres conocer al Espíritu Santo, primero busca conocerlo personalmente, y entonces Su obra en ti será profunda y transformadora.